¿Porqué dejaste de crecer?
¿Que pasaba?, ¿tenías miedo?.
No tenías porque tenerlo, yo estaba ahí para acunarte,
para quererte siempre,
para decirte a través de nuestro cordón todas las cosas ciertas
que deseabas escuchar al oído.
Decirte por ejemplo, que no existen las hadas,
que no hay caminos amarillos,
y que el ratón de los dientes se ha ido.
Decirte que no hay princesas,
ni duendes,
ni castillos.
Decirte también que el camino
no será fácil, que hay piedras,
que hay montañas...
que hay agujeros profundos y escabrosos,
y que morir de amor, tristemente no te mata.
Decirte que muchos dias llorarás...
que a veces se tienen serpientes en lugar de brazos,
y que la decepción es algo de casi todos los dias.
Decirte que las tardes grises
son amargas y los dias soleados
sin sol también lo son.
Podría decirte todo esto para que no tuvieras miedo,
pero ahora ya estás creciendo.
¿Porque empezaste crecer?
Pensé que continuarías en mis brazos,
pensé que te quedarías mirandome fijamente
con el plato a medias,
que siempre sería mejor columpiarte eternamente
que verte escribir un diario.
Pensé también que querías ayuda para subir el escalón,
pensé que la bicicleta sería imposible, y que el cordón
sería siempre nuestro medio.
Pensé que confiarías la alería, la risa y el dolor,
pensé que sería el vientre, el silencio, el circo mágico...
pensé que no crecerías.
Pensé que tendrías miedo siempre,
que los gatos no serían tu consuelo y que
en las noches silenciosas buscarías a tientas mi auxilio.
Pero creces cada dia.
Crece tu cabello negro y liso,
crece tu sonrisa contagiosa que lo llena todo,
crecen tus palabras y tus caricias sueltas.
Crecen tus piernas que saltan obstáculos,
que buscan hadas, duendes y castillos,
que buscan sin cesar los caminos amarillos.
Crece también tu manera de abrazar
y crece tu cariño por mi y conmigo.
Autor: Claudia Celis Bravo.